Dibujo: Amanda García Martín
En
Encenderé un fuego, Belén Iannuzzi formula intenciones; son propósitos
que parece ir descifrando a partir de las formas en las que el mundo
dispone sus elementos ante su paso, como si esa lectura le revelara
un camino de intenciones a las que promete entregar su escritura.
Sabe que la única razón que la poesía tiene es dejar las
correspondencias como trenzas sueltas. Y es en el trenzado de
relaciones establecidas, sin apretar demasiado, donde la
interpretación de los signos que más reniegan de serlo se consuma,
en la enunciación, que dirige la visión y administra los planos con
la precisión de un ritual curativo recién inaugurado y siempre fiel
al caos. Parece que invocara su abrigo. Atraviesa y lee, por momentos
nos consulta, como para confirmar que seguimos ahí, y sigue.
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