Durante la Semana Santa
iría a meditar
con un grupo de monjes zen
a las sierras cordobesas.
Pero en cambio
tuve una crisis
profunda y existencial
que se expresó
de la siguiente manera: yo, debajo de la lluvia tibia del otoño,
rodeada de las plantas del patio,
luego de discutir fuertemente con mi madre
acerca de profundos y existenciales
asuntos de la familia.
Recuerdo que lloraba y decía:
"Quiero irme con mis abuelos,
quiero irme a vivir con mis abuelos."
Mi madre: "Tus abuelos
están muy lejos de acá,
hace mucho tiempo se fueron".
La lluvia tibia, un calmante,
dormir como una piedra
arrojada con violencia
a un río frío protector.
Ayer por la tarde
apliqué con brevedad
el método Marie Kondo
a una caja de madera
colmada de chucherías.
Me encontré con una foto de mi abuelo:
en mi comunión, de traje, radiante,
me abrazaba con amor
mientras guiñaba un ojo.
iría a meditar
con un grupo de monjes zen
a las sierras cordobesas.
Pero en cambio
tuve una crisis
profunda y existencial
que se expresó
de la siguiente manera: yo, debajo de la lluvia tibia del otoño,
rodeada de las plantas del patio,
luego de discutir fuertemente con mi madre
acerca de profundos y existenciales
asuntos de la familia.
Recuerdo que lloraba y decía:
"Quiero irme con mis abuelos,
quiero irme a vivir con mis abuelos."
Mi madre: "Tus abuelos
están muy lejos de acá,
hace mucho tiempo se fueron".
La lluvia tibia, un calmante,
dormir como una piedra
arrojada con violencia
a un río frío protector.
Ayer por la tarde
apliqué con brevedad
el método Marie Kondo
a una caja de madera
colmada de chucherías.
Me encontré con una foto de mi abuelo:
en mi comunión, de traje, radiante,
me abrazaba con amor
mientras guiñaba un ojo.
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