Me desperté cerca del mediodía y esperé que Andrei llegara de una reunión con la gente del INTA. Fuimos a comer a un patio con piso de tierra y mesas y sillas de plástico. Comí arroz con ensalada de tomate, lechuga y zanahoria. Andre lo mismo, pero con carne. De ahí nos fuimos a la oficina del INTA, donde tuvo otra reunión con Jackie, Álvaro y Juan. Yo cebaba mate y tomaba notas. En el medio, llamó Ana Julia desde Buenos Aires. Fue tan lindo escuchar su voz. Dos mundos mágicos: el de Anita y el wichí se unieron por unos minutos.
Después volvimos para la casa, donde Julia me avisó que Karina Mendoza me estaba esperando en la comunidad por si quería comprar sus libritos, ya que necesitaba ella comprar pan para los chicos. Así que me fui muy contenta para la comunidad de los Mendoza, donde me recibió Karina. Me llevó al Tewok, el centro cultural, que en wichí significa "río que no se termina nunca", y nos pusimos a conversar. Ella dejó a su bebito de tres meses con su marido, pero entraron otros niños y se pusieron a jugar alrededor de nosotras; hacían bailes y cantaban en wichí. Karina me mostró los libros escritos por su hermano Abel, que es maestro bilingüe y justo estos días andaba por Salta.
Me contó que ellos son politeístas y me mostró cuáles son algunos de sus dioses: el sol, la luna, la lluvia. Para cada uno de ellos tienen un ritual. Me contó también que los hombres se encargan de cultivar y de cosechar. Que el chaguar es una planta sagrada, y que todo lo que hacen con esa planta (yicas, cinturones, tapices) está teñido por esa espiritualidad. Me dijo que en ese libro está el mundo de ellos.
Luego, me mostró el pizarrón, donde estaban escritas las vocales en español. Karina es alfabetizadora y había estado dando una clase hasta minutos antes de que yo llegara.
En las paredes del Tewok hay fotos hermosas de Guadalupe Miles que muestran la vida en el monte: por ejemplo cómo bajan una colmena de los árboles y luego hacen un fuego para alejar a las abejas y así obtienen la miel, que es un alimento fundamental en la dieta wichí.
Le di de regalo un librito de poesía, un "Encenderé un fuego" La Carretilla Roja Ediciones. Karina se emocionó porque le gusta mucho la poesía, dijo. Me preguntó si podía leerlo, y comenzó en voz alta, con una cadencia montaraz adorable: "Mi jardín es el verde, también la hojarasca...". Nos dimos un abrazo fuerte en silencio y me preguntó si podía dedicarle el libro. Me contó que su hermano Abel también es poeta y me recitó en wichí unos versos que su hermano le escribió a su novia, que decían algo así:
"Yo recogeré flores
y pondré en tu pelo
una corona amarilla
como la miel."
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