Alto la Sierra, 15 de Julio de 2017
Estamos desde ayer a media mañana en Alto la Sierra, Chaco salteño, en una comunidad wichí muy cercana a la frontera con Bolivia y Paraguay, y a 30 kilómetros de Formosa. Desde entonces paso por muchas y profundas emociones.
Vinimos desde Santa Victoria en la camioneta del INTA, con Quito, Jackie, Andre y Álvaro. Aquí nos encontramos con Juan Pearson y su hija Esperanza. Los ingenieros del INTA tenían una reunión con los caciques de las comunidades de la zona, en la que trataron varios temas de importancia para sus familias. Se detuvieron con mayor atención en los cercos para trabajar la tierra en forma de huertas con semillas provistas por el INTA. También en la necesidad de alambrados y maderas para poder hacerlo, que también los proveerán desde la institución. Los cercos serán comunitarios, de 6 hectáreas cada uno, para compartir entre familias y clanes.
La reunión fue muy interesante, tensa por momentos. Los caciques son duros para negociar. Y está bien que así sea: sus familias pasan y han pasado hambre históricamente. Una enfermera del hospital donde estamos parando a dormir me contó que el 50% de ellos padece desnutrición, y que entre la población wichí se ven casos de desnutrición como los que se ven en África.
La reunión fue el aire libre y duró unas cuantas horas. Solamente participaron los caciques de las comunidades. El de Alto la Sierra se llama Asencio. Un hombre, anciano, que se destacó por su sabiduría en la reunión, es don Cobos. O Cobito, como le dicen. No es cacique, pero sabe mucho de la tierra, porque dedicó su vida a la agricultura en el monte. Y es por eso que participa de las reuniones de caciques. "A mí me gusta trabajar la tierra", decía seguido, y afirmaba que el sistema propuesto por los ingenieros del INTA no iba a prosperar porque hay muchos chanchos de monte sueltos y son los que se comen los cultivos. "El problema son los cutchis", repetía Cobito haciendo su propia versión de "Number 9".
Vinimos desde Santa Victoria en la camioneta del INTA, con Quito, Jackie, Andre y Álvaro. Aquí nos encontramos con Juan Pearson y su hija Esperanza. Los ingenieros del INTA tenían una reunión con los caciques de las comunidades de la zona, en la que trataron varios temas de importancia para sus familias. Se detuvieron con mayor atención en los cercos para trabajar la tierra en forma de huertas con semillas provistas por el INTA. También en la necesidad de alambrados y maderas para poder hacerlo, que también los proveerán desde la institución. Los cercos serán comunitarios, de 6 hectáreas cada uno, para compartir entre familias y clanes.
La reunión fue muy interesante, tensa por momentos. Los caciques son duros para negociar. Y está bien que así sea: sus familias pasan y han pasado hambre históricamente. Una enfermera del hospital donde estamos parando a dormir me contó que el 50% de ellos padece desnutrición, y que entre la población wichí se ven casos de desnutrición como los que se ven en África.
La reunión fue el aire libre y duró unas cuantas horas. Solamente participaron los caciques de las comunidades. El de Alto la Sierra se llama Asencio. Un hombre, anciano, que se destacó por su sabiduría en la reunión, es don Cobos. O Cobito, como le dicen. No es cacique, pero sabe mucho de la tierra, porque dedicó su vida a la agricultura en el monte. Y es por eso que participa de las reuniones de caciques. "A mí me gusta trabajar la tierra", decía seguido, y afirmaba que el sistema propuesto por los ingenieros del INTA no iba a prosperar porque hay muchos chanchos de monte sueltos y son los que se comen los cultivos. "El problema son los cutchis", repetía Cobito haciendo su propia versión de "Number 9".
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