martes, 24 de febrero de 2015

lo que cambia

el domingo salimos a comer con mi mamá a un restaurante francés chiquito que hay en el boulevard (qué ridículo para este barrio). pero antes vino a mi casa y tomamos un té. no sé de qué es el té porque la etiqueta está escrita en noruego. su color es rosa. las hebras son cascaritas, frutos secos y algo de cardamomo, pero poco. cuando volvimos de cenar y abrí la puerta de mi casa, el living se había bañado del perfume a ese té.
la semana pasada fuimos con mi querida amiga J a conversar y tomar mate a Agronomía. caminamos un rato por aquí y por allá, entre los árboles añosos, las vías del tren, los yuyos, las familias, las reposeras, los edificios donde se dictan las clases. hasta que finalmente J sacó la lona y nos sentamos. y cuando nos pusimos al día, se había hecho de noche. y ese bosque urbano se había convertido en un paisaje industrial, de la periferia, abierto, descampado.

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