sábado, 13 de agosto de 2016

Querida Eugenia

"Éramos tres primas Garland, tres primos Bell, después cuatro y cuatro. Seis chicas dos chicos. Durante años, cuando éramos seis, vivíamos todos en la casa de mis abuelos. Los cuartos eran de dos metros por dos. En uno dormíamos todos los niños, cabezas en los lados opuestos de las cuchetas, los pies sin lavar en la cara del compañero de cucheta. En el otro cuarto, que no llegaba a dos metros de ancho, dormían mis padres, también en cuchetas. En el tercer cuarto, de uno por medio metro, cuchetas para mis tíos. En el living, mis abuelos. No había luz eléctrica. En los primeros años, tampoco motor. Comíamos a la luz de un farol de kerosén colgado del techo en el medio de la mesa redonda. Comíamos en el círculo de luz. Todos juntos. La comida del sábado a la noche era roast-beef con papas al horno, mi abuelo era inglés y victoriano, un victoriano de ojotas. No sé cuántas noches conforman mi recuerdo, pero no importa. Esa puede ser mi infancia ahora, en esta carta. Este recorte, la noche en la isla, el río que corre en la oscuridad."

(Sigue acá)

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