domingo, 22 de octubre de 2017

"En los primeros tiempos, había un hombre que hizo una batea con un gran yuchán. Luego fue a cazar y mató un tapir. Lo hizo desangrar y se llevó la sangre a su casa. Allí volcó la sangre en la batea.
Todos observaban, con ganas de saber qué estaba fabricando.
Todos los días salía a cazar. En una oportunidad, mató una corzuela. Otra vez le sacó la sangre, juntándola en el estómago del animal, y la llevó a su casa.
Llenó el yuchán con la sangre de los animales que mataba. Entonces cubrió la batea con un trapo. La tapó a la tarde. Al día siguiente, sacó el trapo. Cuando destapó la batea, descubrió que estaba llena de gente. Estaban sentados en dos filas, una frente a la otra, que se extendían de un extremo del yuchán al otro.
La sangre guardada en el yuchán había dado origen a los seres humanos.
Eso fue lo que el hombre supo hacer. Así fue el origen de la gente. Provenimos todos de la sangre de animales de caza. Somos producto de la sangre de toda la fauna silvestre, como el rosillo, la corzuela, el quimilero, el tapir, el oso hormiguero...
Esto somos nosotros, los Wichí. Aquellos son los Wanzlai, los Fwumahnui, los Suwele, los Tapiete... todos los pueblos diferentes."

"El origen de las etnias", mitología wichí, en "La buena voluntad wichpi", John H. Palmer (2005)

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